lunes, junio 26, 2006

Chat

.... says:
hola

Nowhere Man (elsitiodelanada.blogspot.com ofrece sus novedades) says:
que tal?

.... says:
bien

.... says:
vos

.... says:
vos tenes delay

Nowhere Man (elsitiodelanada.blogspot.com ofrece sus novedades) says:
yo tengo un elefante que se llama trompita

.... says:
y te mueve las orejas?

.... says:
o no

Nowhere Man (elsitiodelanada.blogspot.com ofrece sus novedades) says:
no, se las quemó en una fiesta de disfraces. Se había disfrazado del Chavo del 8 y cuando fue a soplar las velitas se le prendió fuego el gorro y con el gorro las orejas. Y no llamó a su mamita porque hay algo que debés saber: Trompita es guacho

..... says:
ah

.... says:
que suerte la de trompita

Nowhere Man (elsitiodelanada.blogspot.com ofrece sus novedades) says:
trompita tiene tanta mala leche que en su barrio dicen que lo meó un elefante

.... says:
cofcof

.... says:
tenes un dia de mierda

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martes, junio 20, 2006

Te miran, luz


Son dos rostros unidos por la historia, dos miradas atraidas por una luz alta, impredecible, en el fondo de un río sagrado lleno de estrellas .
¿Será un viaje hasta las ruinas del recuerdo?
"No, van por un camino que lleva hacia atrás, al lugar donde una vez hubo sonrisas", me habló al oído un niño de arrugas profundas.
Quizá --pensé mientras los veía andar-- busquen el día en que otra bandera, menos inquisitiva, se plante de cara al sol, rindiéndole tributo a su sangre derramada.

(foto tomada en los arlededores del Cusco, abril 06)

martes, junio 13, 2006

Leer música no es tan difícil


No dejes de leer "Martropía. Conversaciones con Luis Alberto Spinetta", de mi gran amigo, el periodista Juan Carlos Diez. Para el que conoce al Flaco, una joya. Para el que no, una puerta inevitable por donde entrar al mondo spinetteano.

El (des)amor y la paz

1- ¿Y si el mundo hubiera sido conquistado al revés? ¿Si Chapakutec, el gran emperador Inka, hubiese invadido las tierras de los borbones y flamencos y sometido en las mitas a los burgueses de la Vieja Europa? ¿Qué sería de las rubias y de su andar tan codiciado?

2- Uno no puede pretender enamorarse de una francesa, una sueca o, incluso, una brasilera. El amor hace raíces sobre la tierra que uno aprendió a pisar. Las demás son cosas que pasan solo en la literatura, el cine o en vidas de personas demasiado afortunadas.

3- ¿Por qué habría de querer enamorarme yo de los ojos de esa sueca o danesa que está sentada frente a mí y nunca me miró en los 30 minutos que llevo desnudándola, besándola, diciéndole cosas chistosas en el sueco o danés que nunca aprendí? Esa perfecta simetría que forman sus labios, su nariz tallada a mano o sus ojos ordinariamente nórdicos no son razón suficiente para que yo intente vanamente concentrarme en esto que escribo a ciegas y en mi desnutritivo sandwich de palta y pollo, al ritmo de una música que hace las veces de revolvedor de estómago.

4- Es mejor que no me mire esta escandinava de pelo negro y piel blanca. Mientras nuestros ojos no se crucen, mientras ella siga jugando con los restos de jugo de ananá, absoribiendo y soplando el sorbete blanco y celeste, y yo mantenga de manera poco astuta la mirada sobre este papel, nada puede pasar, no hay peligro de derrumbe. Si ella notara mi perplejidad ante su estética figura y me regalara un segundo de su vista, todo este palabrerio se desmoronaría como una catedral vieja. Y yo no me perdonaría nunca no haberle sonreído, en este instante decisivo que tienen las vidas y los fracasos.

5- Tal vez sea yo una especie de fantasma deambulando por La Paz (ciudad caótica y extraña, de falsos taxistas, falsos policías, libros y cd's truchos, fetos de llama disecados esperando ser comprados por quién sabe qué ser "humano" y cholas cargando en sus espaldas la falta de culpa de los pocos ricos que viven al Sur de la realidad). Veo un cartel del otro lado de la calle: "Mercado de las brujas". Acabo de caminar por allí y tal vez algún hechizo me hizo esa chola disgustada por mi persistente y poco exitoso regate.

6- No. Existo. Fatalmente existo. El mozo me trae la cuenta.

7- Y esta muchacha vecina del Polo Norte, que ahora descubro que lee "Reise Degbok. Vol II", no sólo no cambió de parecer respecto de mí; ahora me da la espalda.

8- Hace frío y hace calor en La Paz. Pago y me voy.

La Paz

La Paz es algo ya contado. La Paz es una ciudad con dos o (más)caras. El mundo que gira dentro de este pozo rodeado de montañas tapizadas por casas sin terminar (absolutamente todas quedan a medias, con el naranja del ladrillo hueco brillando en el atardecer, con ventanas vacías o segundos pisos que nunca serán) y atrás ese cerro nevado para siempre (del olvidé el nombre varias veces), decía que el mundo que gira por aquí es capaz de oprimirte el pecho hasta sentir el tórax en la espalda.
Los 3600 metros sólo se notan en las calles cuesta arriba (una amiga griega dice que aquí uno recuerda los sueños a causa de la altura. No intenté pedirle una explicación científica al respecto y tampoco creo que sea tan importante saberla). Entonces la opresión no es la altura: son los minibuses tocando bocina, atropellando gente, gritando desde una ventanilla mal cerrada su destino. Son los policías por todos lados y los falsos policías por todos lados. Es el olor a frito, el olor a pis, las campanas desafinadas de una vieja catedral, los perros peleando en la puerta de la Casa de Gobierno mientras Evo pelea por otra corona en Viena.
La Paz te oprime y te abre los ojos. Te invita a pasear con ella. Hay que caminar con los ojos abiertos en La Paz (y con la mochila adelante) para no tropezarse con alguno de los puestos ambulantes que hay en todas-todas las calles, pegados unos a los otros. Porque en aquí --como en Lima-- no existen los kioscos, ni creo que se conozca la palabra. Pero en la calle uno puede comprar lo que sea y al mejor postor: peines, pilas, chocolates, bufandas, lentes de sol, libros y bombachas, desodorantes y shampoo para la caspa. Se puede llamar por teléfono (uno como el que tenemos en casa) parado en la vereda, a un metro del cordòn (sí, la pregunta es exactamente esa: ¿¡cómo conectan la línea!?).
De día en La Paz hace calor, pero nadie va a venderte una cocacola fría. Las casas de comidas no enchufan las heladeras. "Si está fría, amigo", te explican como sollozando.
Pero hay algo en La Paz que es como un imán. Tal vez sea la combinación de todo: la opresión, el caos, la altura, el sol y las noches frías. Y las estrellas y las luces de las calles asomando en los cerros, que parecen duplicar la Vía Láctea.
Siento que La Paz es una de esas ciudades a las que uno les empieza a sentir un amor desesperado cuando las deja. Siento que voy a extrañar la poca paz de La Paz.
O será que mientras escribo, el sol se derrite por última vez detrás de la inimaginable pobreza de El Alto. Quizás es que es sábado y el señor que comparte el banco de la plaza Murillo conmigo se quedó dormido con el diario abierto, bajo un silencio encantador.

Titicaca



La belleza del Titicaca es tan indivisible, tan audaz, que corre el riesgo de ser cursi. No vale la pena intentar nada con ella, cualquier forma de retrato sería escasa.

Es mejor que el lago Titicaca desaparezca, incluso, de la memoria; no hay que devastar su inmensidad con la violencia de los recuerdos.

(foto tomada en la Isla del Sol, Bolivia, mayo 06)