lunes, enero 25, 2010

Semejanzas

Cualquier semejanza con la realidad (argentina) no es mera coincidencia.


"La caja de resonancia fundamental de este México de los poderosos está en los medios electrónicos de comunicación. Pero, lejos de ser sólo un eco de lo que la clase política dice, la televisión y la radio adquieren voz propia y, sin que nadie lo cuestione, se convierten en la voz principal. La agenda nacional no la marcan los grandes problemas del país, vaya, ni siquiera los líderes políticos. No, las campañas electorales y las agendas gubernamentales van de acuerdo con las programaciones radiales y televisivas. La comunicación electrónica no difunde noticias, las crea, las alimenta, las hace crecer, las aniquila. La diferencia entre las opciones partidarias en tiempos de elección no está en los proyectos de Nación que sustentan unas y otras, sino en el tiempo que consiguen en los medios. [...] Es palpable la existencia de dos países: el que vive en los titulares y el que transcurre "off the record", fuera de los noticieros y las exclusivas."*

"En estos lugares se comentan entre ellos mismos, se saludan entre ellos mismos [...], se dicen mutuamente: 'somos la conciencia del nuevo poder, somos necesarios porque nosotros decimos que somos necesarios, el Poder necesita alguien que ponga en prosa y en verso intereses económicos y sus facturas, lo que nos hace diferentes de los bufones es que nosotros no contamos chistes, los explicamos".**


Fragmentos de "¿La Agenda Nacional a la sección de "Espectáculos"?"* y de "La clase política y sus convocados: clero, ejército, medios, intelectuales, lo organismos internacionales" **, de En algún lugar de la Selva Lacandona. Aventuras y desventuras de Don Durito.

Subcomandante Insurgente Marcos. Marzo de 2000.

viernes, enero 22, 2010

Una tarde por la calle Bucareli

Todos esos días en los que las hojas y las letras me agarraron del brazo hasta ponérmelo morado, y yo -como antes con Horacio Olivera y otros tantos (anti)héroes de mi literatura- deseaba ser Arturo Belano pero en realidad lo que estaba queriendo y sufriendo era escribir como Roberto Bolaño, escribir mis Detectives Salvajes o aunque más no fuera una línea de esa tremenda novela, todos esos días, digo, también pasé por un México DF que no conocía pero que empezaba a transitar.

Belano y Bolaño me pasearon por el Paseo de la Reforma, por la Zona Rosa y, sobre todo, me sentaron en una silla del Café Quito, en la calle Bucareli, donde García Madero se juntaba ansioso con los poetas realvisceralistas.

Y un día llegué a la Ciudad de México. Y uno de esos días, en los que caminaba perdido y exhausto por el Paseo de la Reforma, decidí perderme hasta encontrar la calle Bucareli.

Caminé buscando el Café Quito, entre una seguidilla extraña de talleres y casas de repuestos de autos, veredas manchadas de aceite, menos parecidas las cuadras al DF que a las calles interiores de Sarandí. Diez, veinte cuadras y nada. Encontré un café que daba para eso de "un poco de mugre y sillas vacías donde podrían esconderse un personaje así y su creador", seis mesas vacías, una ocupada con dos hombres transpirados, mirando en silencio la televisión.

Pero el café no era Quito ni nada que supusiera ni una tibia relación con Ecuador. No tenía nombre. Así que pensé definitivamente, que el Quito en cuestión habría desaparecido, o que jamás existió.

Ahora, atrapado por el cinismo, aguardando una catástrofe o que no pase nada, pasada la medianoche en la vacía y enorme redacción de un diario, con televisores encendidos que nadie ve, con presentadoras de (malas) noticias que nadie escucha (porque no hay nadie), con el fantasma del periodismo, muertecito, cuerpo caliente, dando vueltas por mi consciencia, indago en las letras chilenas.

Empiezo por Lemebel y enseguida doy con una foto suya junto a Bolaño.

Y, todo tan hipertextual, de ahí vuelvo al autor de 2666 y entonces, un año después me entero por la wikipedia que el café Quito era el café La Habana en realidad, una ficcionalización más, nomás. Y me entero de algo mucho peor: que en el Café La Habana no sólo se sentaba Bolaño. También lo frecuentaron Octavio Paz y Carlos Fuentes y Fidel y el Che pensaron allí la revolución cubana.

Bucareli y Morelos. La esquina exacta de una calle que caminé entera, la esquina que no ví, que ignoró mi desconocimiento.

Entonces entro al google maps. Y escribo: "bucareli y morelos". Y hacia allí me lleva de nuevo esta temible modernidad del street view, en la que uno puede caminar, ver y en un par de minutos sentir cada rincón de cada calle.

Y ahí lo ví: el Café La Habana, y toda su fealdad moderna, su espacio, su lejanía con mi imaginación desmesurada.
El Café La Habana. El mismo lugar donde entré y pedí permiso para ir al baño. Y del cual me fui, rápido, para seguir buscando el Café Quito, antes de que se hiciera de noche.


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lunes, enero 18, 2010

El valor de una imagen (y de mil palabras)

chilenos festejan el triunfo de Piñera en las presidenciales 2010 con un busto del genocida Augusto Pinochet



Carta de Lemebel a Piñera


Demasiado barato quiere comprar este paisito, don Piñi; usted que va por la vida tasando y preguntando cuánto vale todo. Y de un guaracazo se compra medio Chiloé, con botes y palafitos incluidos. Con cerros, bosques y ríos, hasta que se pierde la mirada en la distancia, le pertenece a usted.


¿Cómo puede haber gente dueña de tanto horizonte? ¿Cómo puede haber gente tan enguatada de paisaje? Me parece obscena esa glotonería de tanto tener.


Me causa asombro que, más encima, quiera dirigirnos la vida desde La Moneda.


Muy barata quiere rematar esta patria, don Piñi, y sólo con un discurso liviano de boy scout buena onda. Pura buena onda ofrece usted, don Piñi boy, como si estuviera conquistando al populacho con maní y papas fritas. Nada más, el resto pura plata; empachado de money, quiere pasar a la posteridad sólo por eso. Porque cuando cita mal a Neruda se nota que a usted le dio sólo para los números y no para la letra. Es decir, usted es puro número y cálculo, señor Piñi, poca reflexión, poco verbo, poca idea, aunque esa es la única palabra que usa entre sus contadas palabras efectistas. Buena onda y futurismo. Las heridas se parchan con dólares. La memoria queda atrás como una tétrica película que olvidar. Sin vacilar marchar, que el futuro es nuestro (parece himno de la juventud nazi). Así arenga usted a este pueblo embelesado con los adelantos urbanos hechos por la Concertación. Nadie sabe para quién trabaja, y usted la encontró lista. O sea, usted se pasa de listo, don Piñi.


Quiere hacernos creer que siempre fue demócrata, pero lo recordamos clarito sobándole el lomo a la dictadura, haciéndole campaña a Büchi, amigote de la misma patota facha que le anima la campaña. Los peores, la gorilada del terror. Parece que este suelo nunca aprendió la lección, ni siquiera a golpes, y con facilidad se traga el sermón de la derecha pinochetista, ahora remasterizada con piel de oveja neoliberal. Pero son los mismos de entonces, soberbiamente gozando los privilegios de la democracia que conseguimos nosotros, y sólo nosotros, porque también yo dudo que en el plebiscito votara que NO simpatizando por la derecha. Mire usted qué fácil le resultaba tratar de transformar el Mapocho en un Sena con sauces. Puro arribismo, intentar esticar con terracitas y botecitos parisinos a nuestro roto Mapocho, quizás lo único rebelde que le va quedando a esta ciudad.


Qué delirio, míster Piñi, ¿por qué no se va a Europa si cacha que nunca va a poder blanquear la porfiada cochambre india de nuestra raza?


Quizá todo el país se acuerda de usted formando parte de la nata panzona del derechismo empresarial. Por entonces, en aquella época de terror, quien hacía fortuna de alguna manera era a costa de las garantías de la represión. Usted llenaba sus arcas, don Piñi, y nosotros sudábamos la gota gorda, o la gota de sangre. Fíjese que no se nos ha olvidado, y nunca se nos olvidará, aunque a usted le reviente que el pasado aflore cuando menos se lo espera.


A usted ni a sus yuntas de pacto les conviene el pasado, por eso miran turnios y amnésicos al futuro. Su discurso Disneyworld, míster Piñi, no resiste análisis, y sólo el arribismo miamista de algunos chilenos le compra su receta de vida fácil, su filosofía banal de texano paticorto. Usted me recuerda a Bush, a Menem, Piñito. Es la nueva derecha titiritesca y farandulona. Puro show, pura foto tecnicolor de mundo feliz con sus sombreros republicanos en el Crown Plaza.


Pero le falta la cultura a su centroderecha inmediatista. No hay peso intelectual en su carnavaleo de propaganda. Nada más que modelos tetudas y parientes de hippysmo revenido. Demasiado barato quiere rematar este país, Piñito. Ni siquiera basta con su cátedra fantasma en las aulas de Harvard.


Tampoco, usar de propaganda la limosna que puso por mi amiga Gladys en sus últimos momentos; eso es muy feo, y de mal gusto. Sobre todo para usted que es tan humanista cristiano. Porque usted es pillo, Piñín. Quiere sacar adherentes de todos lados, como si este país fuera sombrero de mago.


Lástima que la oferta de su vanidosa feria de variedades huele a ventaja populista. Nada más, don Piñi; el resto, esperar con cueva lo que ocurra.


El gran cronista y escritor chileno Pedro Lemebel dio a conocer esta carta abierta a Santiago Piñera, el candidato de derecha de la Coalición por el Cambio que ayer, 17 de enero, ganó las elecciones presidenciales chilenas.*

foto: AFP

martes, enero 12, 2010

Superación

This is a train
to be born again
this is a train
this is a train
this is a train
this is a train of thought
get on the train
get on the train
get on the train
to the Mystic Church
to the Brotherhood of the Light
to the Light of the Head
Where we can be free
get on the train
get on the train
get on the train
i believe i've transcended
i do believe
i've transcended
to be born again

i have transcended
i've transcended
i've transcended TIME

Van Morrison