miércoles, julio 23, 2008

Veneziana

Sentados en un muelle pequeño entraban apretados. Las rodillas les servían de apoyacodos y los codos, para sostener sus cuerpo sobre el piso hecho de madera. Entraban mejor uno delante del otro. Entonces, cuando uno hablaba, el otro sólo escuchaba.
No veían sus manos, sus bocas, sus miradas, transparentes o contaminadas. No podrían dejarse llevar por las impresiones -erradas o certeras- que generan los gestos.
El agua recorría los canales y se mecía debajo de sus pies, amenazando una y otra vez a las maderas crujientes. Un bote cruzaba frente a ellos. Pequeñas olas verde oscuro los mojaban.



miércoles, julio 16, 2008

viernes, julio 04, 2008

Puente

Cruzan el puente porque del otro lado de la orilla se consolida el tiempo. Entonces alguien se queda un rato apoyado sobre la baranda, mirando hacia abajo, viendo correr el agua verde y fría. Espera que esa isla que apunta hacia él, se desvanezca o lo rescate. La madera del piso del puente tiembla, vibra, porque otros también caminan. Una mujer desanda sobre el caudal de agua, va decidida. Su andar femenino le otorga ternura al acto. Una pareja de ancianos descansa sobre un banco angosto, mira también el agua por entre los listones de madera que los sostienen.
No hay mucho más por hacer. Es esperar o andar.
La historia transcurre colgada, así.
Ya no se puede volver. Eso es todo lo que nadie desconoce.