martes, julio 25, 2006

The Moon (aclaración)

Debido a un sinfín de llamados que recibió la oficina de Atención al Lector de El Sitio de la Nada, y a algunos comentarios socarrones de parte de amigos, enemigos e integrantes de la NASA, reafirmo lo que escribí en el paréntesis anterior: para mí, los yanquis nunca llegaron a la Luna. Yo estuve en Cabo Cañaberal y ví el supuesto polvo lunar y era jabón Blanco Ala. Neil Armstrong dijo lo del pequeño paso para el hombre, gran paso para la Humanidad, encerrado en un estudio de radio de Fort Lauderdale, ni siquiera es cierto que llevó el banderín de Independiente, hecho tal vez más verídico que los otros.
Y aquí una prueba que tienen los REM, de su hermosísima canción "Man on the moon", del aún más hermosísimo long play "Automatic for the people": "If you believed, they put a man on the moon, man on the moon".
Buen viaje.

martes, julio 18, 2006

Pregunta sobre el Día del Amigo

Lo más cursi --pero cierto al fin como casi todas las cursilerías-- es que el Día del Amigo, brutal invento del mercado de estos tiempos (desde que dicen que el hombre llegó a la Luna, aunque yo nunca pude comprobarlo), debería ser todos los días. Y si no es todos los días, pues ninguno.
Pero este modesto escribiente de palabras sonsas (o zonzas, nunca supe cómo se escribe) se pregunta qué es entonces: ¿Acaso es el día de los restaurantes?
Buen provecho.

sábado, julio 15, 2006

Conclusiones

De la felicidad
El hombre suele llegar a la certeza de que se necesita poco para ser feliz. Y que conseguirlo cuesta mucho. Incluso, que puede ser meramente una utopía.

Tiempo
El Tiempo te despoja hasta de la dignidad. Lo único que nos deja, al final, es una silla de ruedas. Y si tenemos suerte, a motor.

Road Movie
Un viejo con cara de niño, que caminaba solo, me dijo: "Permanentemente, en la calle, veo películas extraordinarias dentro de mi cabeza. Si hubiera nacido con la capacidad de proyectarlas en las cabezas de los otros, creo sería mejor que Kubrick".

viernes, julio 14, 2006

Maldiciones

Siempre sospeché que ese mote, esa antojada crucifixión hacia algunos personajes populares y no tanto, era pura maldad, ensañamiento, o una broma de mal gusto que nació como una joda y que el “boca en boca” transformó en leyenda. Desde pibe dudé del daño a la Humanidad que se dice que provoca el famoso mufa. O piedra. O yeta, o como se lo quiera llamar.
Por eso, por mi vacilación, me mantuve igualmente del lado acusador. Y bajo una conducta casi religiosa, ante cada peligrosa aparición, o cuando su nombre se escuchó, procedí metódicamente a exorcizar el maleficio con el breve pero consistente acto de tocarme el testículo izquierdo con mi mano derecha. Sin embargo, a pesar de mantener mi fidelidad al credo, en los últimos tiempos (meses, digamos) empecé a plantearme mi injusto acto y a descreer un poco de esta especie de leyenda sobre demonios urbanos. Me pregunté: "¿Si yo no creo en la existencia de Dios, ni siquiera creo en mí, por qué he de creer en estas pelotudeces?"
Así comenzaron los intentos por librarme de ese movimiento casi masturbador, bajo la pretensión de ignorar algunas señales, como las que se me aparecieron este sábado, el día del debut en mi nueva vida sin prejuicios. La reacción fue inmediata: salí de mi casa y ante el primer riesgo, sobre la avenida Juan B. Justo, me choqué con una sucesión interminable de carteles que anunciaban el show de una famosa cantante melódica (a quién no voy a nombrar por obvias razones cabalísticas) con nombre de “hecho natural y metereológico” que surge del choque de masas de aire caliente con masas de aire frío: Storm, en inglés (y lo digo sin miedo porque nadie me aclaró que la maldición cruce las fronteras del idioma, así que me amparo en las costumbres anglosajonas, esa gente tan racional). A pesar del colapso visual y mental, y de la fuerza que hizo mi mano derecha por acariciar sutilmente mi zona reproductiva, traté de ser fuerte y logré vencer a la tentación.
A los 200 metros apareció otro cartel similar y en una seguidilla parecida, con un personaje famoso por irradiar catástrofes a su alrededor, según dicen los expertos en la materia. Este señor, conocido como Cacho “Almendra” (famoso sex symbol de otra época, especie de grasa semental porteño, aparentemente, ahora fetiche de la gente cool de Buenos Aires) me miró de reojo, desafiante. “Logré sentir un irónico ‘a ver pibe cómo zafás de ésta’ que salía de su sonrisa. Pero me esforcé y continué con mi nueva conducta agnóstica.
Algunas horas después, ese mismo sábado, pero a la noche, me topé otra vez con el mismo cartel, pero adentro de un teatro donde se anunciaba su show a la espera de la música de Spinetta. “¿No te tocás ahí?”, me dijo un amigo, sorprendido ante mi indiferencia. No le contesté. Pero logré superar el intento de bloquear el supuesto maleficio y afortunadamente mis testículos permanecieron durante esa noche, y por primera vez en muchos años, intactos.
Tenía la grata excitación de haber madurado. Me sentía pleno. Pero aquella extraña sensación de bienestar fue tan breve como la ilusión que me generó la inocencia de estos siniestros personajes.
Debo reconocer que enseguida me di cuenta del error. Cuando llegué al auto y vi el vidrio roto, convertido en miles de astillas sobre las butacas y el tablero, y desde el agujero negro donde antes estaba el estéreo salían los cables de colores como tentáculos descontrolados, admití mi falta de respeto.
Señores, prometo no volver a subestimar a las divinidades del mal. Nunca más.
In Cacho we trust.

lunes, julio 10, 2006

Poesía para estos días (1)

Escribir cualquier cosa sobre la literatura (literatura, amigos susceptibles, sólo literatura) de Borges es caminar sobre la cornisa de lo ridículo. Una falta de respeto. Aquí, un monumento a la ironía, a la lucidez: uno de mis poemas preferidos del viejo maestro.


Fragmentos de un Evangelio apócrifo (Jorge Luis Borges)

3. Desdichado el pobre en espíritu, porque bajo la tierra será lo que ahora es en la tierra.
4. Desdichado el que llora, porque ya tiene el hábito miserable del llanto.
5. Dichosos los que saben que el sufrimiento no es una corona de gloria.
6. No basta ser el último para ser alguna vez el primero.
7. Feliz el que no insiste en tener razón, porque nadie la tiene o todos la tienen.
8. Feliz el que perdona a los otros y el que se perdona a sí mismo. Bienaventurados los mansos, porque no condescienden a la discordia.
10. Bienaventurados los que no tienen hambre de justicia, porque saben que nuestra suerte, adversa o piadosa, es obra del azar, que es inescrutable.
11. Bienaventurados los misericordiosos, porque su dicha esta en el ejercicio de la misericordia y no en la esperanza de un premio.
12. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ven a Dios.
13. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque les importa más la justicia que su destino humano.
14. Nadie es la sal de la tierra, nadie, en algún momento de su vida, no lo es.
15. Que la luz de una lámpara se encienda, aunque ningún hombre la vea. Dios la verá.
16. No hay mandamiento que no pueda ser infringido, y también los que digo y los que los profetas dijeron.
17. El que matare por la causa de la justicia, o por la causa que el cree justa, no tiene culpa.
18. Los actos de los hombres no merecen ni el fuego ni los cielos.
19. No odies a tu enemigo, porque si lo haces, eres de algún modo su esclavo. Tu odio nunca será mejor que tu paz.
20. Si te ofendiere tu mano derecha, perdónala; eres tu cuerpo y eres tu alma y es arduo, o imposible, fijar la frontera que los divide.
24. No exageres el culto de la verdad; no hay hombre que al cabo de un día, no haya mentido con razón muchas veces.
25. No jures, porque todo juramento es un énfasis.
26. Resiste al mal, pero sin asombro y sin ira. A quien te hiriere en la mejilla derecha, puedes volverle la otra, siempre que no te mueva el temor.
27. Yo no hablo de venganzas ni de perdones; el olvido es la única venganza y el único perdón.
28. Hacer el bien a tu enemigo puede ser obra de justicia y no es arduo; amarlo, tarea de ángeles y no de hombres.
29. Hacer el bien a tu enemigo es el mejor modo de complacer tu vanidad.
30. No acumules oro en la tierra, porque el oro es padre del ocio, y este, de la tristeza y del tedio.
31. Piensa que los otros son justos o lo serán, y si no es así, no es tuyo el error.
32. Dios es mas generoso que los hombres y los medirá con otra medida.
33. Da lo santo a los perros, echa tus perlas a los puercos; lo que importa es dar.
34. Busca por el agrado de buscar, no por el de encontrar . . .
39. La puerta es la que elige, no el hombre.
40. No juzgues al árbol por sus frutos ni al hombre por sus obras; pueden ser peores o mejores.
41. Nada se edifica sobre la piedra, todo sobre la arena, pero nuestro deber es edificar como si fuera piedra la arena...
47. Feliz el pobre sin amargura o el rico sin soberbia.
48. Felices los valientes, los que aceptan con animo parejo la derrota o las palmas.
49. Felices los que guardan en la memoria palabras de Virgilio o de Cristo, porque éstas darán luz a sus días.
50. Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor.
51. Felices los felices.