lunes, diciembre 24, 2007

Feliz Navidad



Foto tomada por Davide Monteleone (Italia). De la serie "Contraste", ganadora del primer premio de Spot news, en el World Press Photo 07.
Un hombre carga a una nena después de un ataque aéreo israelí sobre la ciudad de Qana, en el Líbano. El ataque terminó con la vida de cientos de civiles. Muchos de ellos eran niños.

El banquete

Tres de tomate, queso y albahaca.
Cuatro de pollo.
Cinco de jamón y queso.
Dos de cebolla y muzzarella.
Tres de roquefort y jamón. Está tachada esta línea.

Alguien dijo: nunca en mi vida comí empanadas de cebolla y muzzarella tan ricas. Los otros no respondieron, se miraron entre todos, algunos asintieron con la cabeza, otro hizo un ruido, algo que sonó como "ggm". Y sonrió.

miércoles, diciembre 12, 2007

La sombra del sol y Lucas

Me vio y armó toda la secuencia en un segundo.
Empezó a mirarme a los ojos como a tres metros de mí. El sol del mediodía hacía brillar exageradamente el patio. O quizá fuera que el patio de una cárcel para menores destella al sol de esa manera. Me dijeron que hacía dos años que nadie salía. Y eso se notaba: la cara de los presos era de un tono verdoso.
El que se me acercaba tenía el gesto que tienen todos allí dentro: un rostro que no puede, jamás, ocultar el dolor; un rostro macizo, revocado. En particular, quien venía hacia mí ahora, encima, respiraba por una nariz rota. Y bastaba mirarle los párpados hinchados para confirmar que era boxeador.
Cuanto más cerca, más se parecía a Ringo Bonavena. Era no muy alto y caminaba encorvado como un hombre de piedra. Llevaba una camisa clara y debajo una musculosa negra. Un pantalón a cuadros y un par de esas zapatillas que valen como 400 pesos. Ningún pendejo, en un penal, usa zapatillas de menos de 350 pesos. Es su manera de pertenecer a una sociedad ajena.
Cuando la distancia se lo permitió estiró su brazo derecho, me miró sabiendo todo lo que significaba el gesto, con una leve sonrisa proveniente de sus ojos, y me abrazó de costado. Bien fuerte. Vamos a caminar, dale. Los detenidos caminan así, abrazados. Será una manera de reemplazar el contacto visual de paisajes en permanente mutación con el contacto del abrazo de otro que está en la misma.
Respiraba mal por la nariz, se escuchaba el ruido del aire peleando en las fosas torcidas.
Sus dedos gordos apretaban mi hombro sin intimidar. Empezamos a caminar bajo el sol, en círculos, pegados a cada una de las cuatro paredes del patio del instituto para menores.
Yo tengo 29 años. Vos? Yo tengo 29 pero vos no tenés ni 20, le dije mirándolo a los ojos, sonriendo. Bueno, tengo 19. Se reía un poco de mí.
Hay algo básico. El preso sabe quién está de cada lado. Pero así todo intentará mostrar sus garras, todas sus credenciales que se ganó por marginado, que se ganó sin querer. El preso hubiera querido ser, antes que no ser.
¿Sabés qué pasa? Yo estoy muy solo acá adentro. En un momento sentí que yo le gustaba. Fue un poco repugnante y demasiado real. También era parte del juego.
Habíamos dado dos vueltas. Apenas confesó su soledad, Lucas (ya me había dicho su nombre y su apellido) miró el culo gordo de una mujer que también estaba en el patio. Se lo chupo dos horas, escupió.
Lucas estaba ahí hacía un año y cuatro meses. No tenés algo para darme? Una cadenita, un reloj, algo. Mis brazos lucen apenas un tatuaje y unas pulseras de hilo traídas de diferentes viajes. No te podés llevar nada de acá, le mostré.
A la tercera vuelta se sacó la camisa porque hacía mucho calor y él no sentía el sol sobre su piel desde el último día que tuvo libertad (que no es lo mismo que ser libre).
Sus brazos, inflados por el trabajo con las mancuernas, estaban marcados, repletos de cicatrices gordas. Hay momentos en que los presos desesperan. La desesperación puede tener varias razones. Abstinencia, generalmente. Cuando no se cortan los brazos, se queman las piernas. Y a veces se golpean la cabeza contra las rejas.
Me quiero fugar hoy. Me bancás? Si tenés una buena idea, sí. Pero no la ves difícil? El quería que yo me aterrara, que le respondiera en serio.
Sabés cómo hago? Te saco los pelos, después la ropa, las zapatillas y tu mochila y me voy.
Tus zapatillas están mejores que las mías. No pierdas tiempo. Además, todo eso no es suficiente, le respondí, riendo.
Y con esto? Del bolsillo sacó rápido un pedazo de vidrio, un espejo, del tamaño de un colgante grande. Tenía cuatro puntas filosas, parecía un rombo irregular. Logré ver su cara golpeada en el reflejo del espejo. Lo apoyó precisa y persistentemente sobre mis abdominales y me miró a los ojos. Así podemos rajar, me dijo. Después río, guardó el vidrio y seguimos caminando.

A la otra vuelta hablamos de su barrio, de sus amigos adentro. Me invitó a la casa a tomar mate cuando saliera. Después me soltó. Se fue. No me dijo ni chau.

lunes, diciembre 10, 2007

Pequeño diálogo sobre cine

--¿Quiénes son los mejores actores a su criterio?
--Déjeme pensar... Charles Chaplin y Marlon Brando, sin dudas.
--¿Y vivos?
--Charles Chaplin y Marlon Brando.

viernes, noviembre 23, 2007

Iluminado

Se sostiene sobre una línea gruesa y clara, que recorre el espacio. Va cansado pero firme como un hombre del Sahara. Se abre en mundos verdes, suaves al tacto.
Corolas esperan una brisa nocturna, atraviesan el velo del tiempo.
Su rojo suave aspira a la cima de la forma.

Iluminado, el malvón enciende mi armonía.

jueves, noviembre 22, 2007

Los peces


Mi gran amigo Juan Carlos Diez nos acaba de regalar otro libro. Esta vez, de poesía. Se llama El nacimiento de los peces. Y es tan sólo el primero de versos de Juan (que hace poco publicó el inevitable Martropía. Conversaciones con Luis Alberto Spinetta), de quien nos esperan (o al menos esperamos), muchas más estrellas, mucha más luz y muchos más puentes.

Este es uno de los poemas del libro*.



Sendero

Estación de lluvia

Puente colgante
sostenido
por el mero piar de la calandria

La senda
es de huellas
en el barro

Rastros de luna
dispersos en los charcos

Regreso
a mi asilo de palabras
Soy la rama en el viento

escribo para nadie



El nacimiento de los peces (ediciones del dock) se consigue en las librerías de la calle Corrientes.

O escribiendo a pecesrojos@gmail.com

jueves, noviembre 15, 2007

Elarte

Y me dijo, mirándose al espejo:
"A veces me siento como un músico que vive de la plata que le da tocar en una banda de covers que hace temas de los Auténticos Decadentes en cumpleaños de 15"

domingo, noviembre 11, 2007

Acerca de Dios, los santos y la madre tierra


Gracias a las pocas cosas buenas que tiene mi trabajo, tuve la suerte de poder hablar con algunos sabios mapuches a partir de este paradójico evento donde la Iglesia (gran instrumento asesino de la colonización) beatifica a un nativo --Ceferino Namuncurá-- de la tierra que arruinó.
Antes que sacar conclusiones propias, prefiero transcribir algunas de las frases que Peti Pichiñam (del Centro de Educación Mapuche de Neuquén) y Jorge Nahuel (werken de la Coordinadora de Organizaciones Mapuche de Neuquén) me han dicho. Y que las conclusiones las saquen ustedes, queridos visitantes.

Nahuel: "Nosotros no concebimos ni esas crueles armas ni semihéroes llamados "santos", una especie de personajes literarios que tienen prohibidas las cosas más naturales de la vida. ¡Hasta el sexo, que es lo más natural de la naturaleza".

Peti: "El perdió la armonía, lo sacaron de su entorno cuando lo llevaron a BsAs, ahí sufrió la primera lavada de cabeza. Cuando se va a Europa muere de tuberculosis (una enfermedad invasora) y muere de pena, lejos de su tierra. Y la relación con nuestra tierra es nuestra fuerza."

Nahuel: "Esta demostración de nuevo engaño desde el Vaticano nos mantiene alertas, elusivos, negándonos a semejantes premios postmortem para nuestros muertos asesinados por ellos mismos".

Peti: "Las diversas vidas del universo tienen espíritus, vidas. Y como vidas tienen su propia organización y esa circularidad ordenada, o la interrelación entre las fuerzas (az mapu), para nosotros es el concepto abarcador de que no hablamos de tierra como suelo si no como el todo. Nosotros somos mapu, todos lo somos y cada uno cumple un rol. Y ninguno es superior a otro y por eso entendemos la diversidad para lograr el equilibrio."

Nahuel: "Todos formamos parte equilibrada del mismo círculo natural, no hay jerarquías ni menos papas dictadores en nuestro Pueblo Originario Mapuche".

Y yo no logré preguntarles qué opinaban acerca de que el Gobierno de Río Negro haya gastado 1 millón de pesos en armar la "fiesta".

¿Gastarán lo mismo para evitar que se mueran de hambre --como de hecho ocurre- comunidades aborígenes enteras?



A quien le interese ver el texto publicado puede hacer click acá.

viernes, noviembre 02, 2007

El Supremo

Una noche iba a lo de mi amigo Juano y, una esquina antes llegar a su casa alguien me hace señas. Otro que no conociera la cuadra, que no conociera su cara, la cara del que me hacía gestos, jamás hubiera parado, más bien todo lo contrario.
Pero es uno de sus actos reflejo nocturnos. Aparece un auto y él levanta la mano.

Mientras espera que eso ocurra --porque a esa hora de la madrugada, en esa esquina de Avellaneda sólo pasan autos y, en todo caso,si alguien aparece caminando es presa fácil--, El Supremo se muerde las uñas llenas de mugre de sus dedos. Tiene los dientes verdes y muchos granos en la cara; son los mismos desde que lo conozco.

El Supremo tenía 10, 12 años y ya andaba asustando en esa misma cuadra de ahora a los pibitos que salían de las escuelas. Les pedía plata, el alfajor que llevaban, los escupía. Lo que cualquier pibe de la calle, tal vez, hubiese hecho. Les tenían miedo y las madres recomendaban a sus hijos que ni le hablen, pero los nenes lloraban. Algunas llamaron a la policìa más de una vez. Nadie podía lograr que él desapareciera de allí.

Ahora El Supremo debe de tener ventipico pero ya no asusta a nadie. Porque no quiere, creo.

Aquella noche en que iba a lo de Juano, me hizo señas de que parase y paré. Bajé la ventanilla y nos saludamos con la mano. Al estrechar la suya volví a sentir esa sensación de extrañeza que vivo cada vez que nuestras manos se juntan: su piel gruesa raspa, duele.
Nunca me llamó por mi nombre y no estoy seguro de que lo sepa. Me preguntó si iba a buscar a Juano (tampoco sé si sabe su nombre, pero conoce perfectamente quién es amigo de quién y en todo caso los ubica con facilidad: Juano, para él es el narigón o el flaco de la esquina y representa a los más grandes que él, con los que no jode ni jodió). Después me pidió unas monedas. Yo no tenía. Pero sí llevaba una bolsa con remeras que le iba a dar a mi amigo, así que le dí una a él.

No hizo mucho alarde de las gracias y eso me tranquilizó. Después de todo, dudo de que El Supremo alguna vez se haya alegrado sin haber fumado porro o aspirado poxirán. No lo imagino riendo de felicidad, pero sí lo recuerdo con una sonrisa cínica, solitaria, de ojos rojos y labios lastimados. Estoy seguro de que nunca lloró.

El Supremo llega a esa esquina, la de Piaggio y San Martìn, antes del mediodía y se va a eso de las tres de la mañana. Siempre hace lo mismo desde que era un nene. Va zafando porque los de los negocios le piden changas: que lleve un sobre, que cuide el auto o nada, unas monedas porque sí, porque siempre está en el mismo lugar. Antes no zafaba con nada porque era pibe y era bardero, pero estaba lejos de su casa, que era (y aún es) lo importante. El Supremo vive en Villa Tranquila.

Hace un rato llevaba a Juano a su casa. Veníamos de comer un asado en Sarandí. Eran casi las 3 am. Lo dejé a mi amigoa. Agarré contramano Piaggio, doblé la esquina y no lo ví.

Enseguida apareció en la otra. Llevaba una remera blanca. Lo encontré mirando para arriba, no sé si a la noche nublada o a un balcón. Tal vez esperaba que algo le cayera del cielo.

Al escuchar el ruido del auto, a unos metros, El Supremo bajó la cabeza y me miró. Levantó el brazo, me saludó con un gesto mínimo que salió fundamentalmente de sus ojos pero no intentó detenerme. Sólo volvió, enseguida, a tirar su frente para atrás.
Algo estaba pasando allá arriba. Supongo que no era más que tiempo.

miércoles, octubre 31, 2007

El velo del lenguaje

La tecnología, al limitar el contacto interhumano al signo electrónico, empobrece y ahoga ese riquísimo lenguaje extraverbal que --cuando estamos cerca, uno al lado del otro, juntos-- no paramos de usar para comunicarnos, sin tener siquiera clara conciencia de ello. Por añadidura, ese lenguaje extraverbal, el de la expresión del rostro y el del más mínimo gesto de las manos, es mucho más sincero y auténtico que el escrito y hablado porque con él resulta más difícil mentir, ocultar la falsedad y el embuste. Por eso la cultura china, con objeto de que el hombre realmente pudiera ocultar unos pensamientos cuya revelación entrañaba peligro, perfeccionó el arte del rostro inmóvil, de máscara impenetrable y mirada vacía, porque sólo entonces, protegida por ese velo, la persona se podía esconder de verdad.

Fragmento de "Antes de ser despedazado por los perros y las aves", Viajes con Heródoto.

martes, octubre 23, 2007

Sólo el silencio

No me sirven las palabras, gemir es mejor
Canción animal--Gustavo Cerati.


Hace días que no tengo nada para decir. Y aún así estoy diciendo algo.

viernes, octubre 19, 2007

Me molestan

Los que no le sacan el plástico a los sillones, a los asientos del auto, al control remoto, al cable del cargador del teléfono celular.
Los que dicen siempre que sí.
Los que, así vuelvan completamente ebrios y a las seis de la mañana, sacan a pasear al perro.
Los que dicen siempre que no.
Los que no miran a los ojos.
Los que lavan el coche una vez por semana, todos los sábados.
Los que guardan su ropa dentro de bolsas de nylon.
Los que empiezan el havannet desde abajo.
Los que no saludan.
Los obsecuentes, los cínicos.
Y, por supuesto, los miserables.

miércoles, octubre 10, 2007

Ve con Dios

Dios, ¿aquellos que te imploran
no te conocen ya más que de nombre?
Me has expulsado de la vida.
¿Me expulsarás de la muerte?
La Piedad--Giusseppe Ungaretti





Miró sólo con sus ojos. Ni un milímetro cuadrado de su piel se corrió de lugar en ese instante. Su calvicie brilló por un momento, para luego opacarse quizás hasta la eternidad. Una sombra blanca con forma de engaño asomaba de su cuello por detrás de esa prenda de vestir hecha de plomo, por encima de un collar de cuentas blancas de mentira que seguramente habrá besado un rato antes, como otros tantos las besan.

A la vez, una ola de gestos atravesó los rostros de otra mayoría: sonrisas, puños, lágrimas. Algún grito mínimo, algún desahogo en fuego.
Son recuerdos los que vienen, es decir, la memoria que trabaja.
Ni un sinfín de tiempo podrá borrar el dolor, ni cambiará el pasado, ni traerá les traerá el cuerpo de sus padres, de sus hijos, de sus nietos, de sus novias, de sus vecinos, de sus amigos, de sus tíos y tías, de sus nombres. Ni la más mínima certeza.
Pero hay placeres profundos que sirven para seguir.
Y hoy, al menos yo, tuve uno de esos.




foto levantada de www.pagina12.com.ar

lunes, octubre 08, 2007

La cuenta que no me cierra

"Y... Roberto ya tiene 45 para 46".
¿Hay alguien que haya salteado edades, que haya cumplido 23 después de tener 20? ¿O que después de los 56 haya festejado los 32 y luego los 21 ó los 75 y así paseando por las edades y las experiencias como si fuera una bolita blanca sobre la ruleta infinita?

¿Será que es demasiado simple la pregunta para que los que la responden busquen desesperadamente la manera de encontrar una vuelta de complicarla?

viernes, octubre 05, 2007

Adentro

Adentro, a eso de las seis, el sol empieza a apoyarse sobre el horizonte y un atisbo de viento atraviesa los pasillos de concreto: tal vez sea lo más parecido a libertad que habrá en todo el día. Y eso se repite, condenadamente.
Apenas se escucha el ruido de una doble puerta de metal, el estampido de la goma de dos botas negras contra el suelo. Apenas.
El silencio no es más que la sombra de las palabras.

foto tomada en el Penal de Máxima Seguridad de Ezeiza.

martes, octubre 02, 2007

Pensamiento

"... los hombres actúan y las mujeres aparecen. Los hombres miran a las mujeres. Las mujeres se contemplan a sí mismas mientras son miradas. Esto determina no sólo la mayoría de las relaciones entre hombre y mujeres sino también la relación de las mujeres consigo mismas. El supervisor que lleva la mujer dentro de sí es masculino: la supervisada es femenina. De este modo se convierte a sí misma en un objeto, y particularmente en un objeto visual, en una visión".

John Berger. Extracto del ensayo Modos de ver.

viernes, septiembre 21, 2007

Springtime

Veo una noticia del día en la tele: "Baile del caño en el Obelisco".
Es el día de la primavera.
Qué felices somos.


Foto tomada en un jardin de Chinchero, Peru.

miércoles, septiembre 19, 2007

Vínculo onírico epistolar (carta)

Esta noche, después de una semana de lluvia, fue inevitable pensar verticalmente. Si todo lo que hicimos en estos días fue subir y bajar, subir y bajar los ojitos siguiendo esos goterones, gotitas, gotas, goterones, gotitas, gotas que tanto con luz o de noche persistieron, insistieron en el movimiento y en el sonido llano de cuando las arrastra la cubierta de un auto.

Entonces no me quedó otra que pensar verticalmente. Y yo pensé en Roberto y los Robertos. En cuántos y cuán nobles son algunos de los de esta tierra. Los primeros que se me ocurren: Juarroz, Arlt, Goyeneche, Fontanarrosa. Y Roberto el del bar (qué lástima que no hayas conocido el bar de Roberto con Roberto, ojalá algún día vayas, aún sin él, merece la visita). Pero si tengo que elegir me quedo con Juarroz.
O al menos hoy.
Hoy leí que alguna vez dijo esto: "[...] la poesía puede entonces abolir en un acto de amor la distancia entre el hombre y los objetos, entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre, entre el hombre y la muerte".

Y eso es todo.

domingo, septiembre 16, 2007

Impulso [espontáneo]

Abusándome de la generosidad del visitante, los quiero invitar a mi otro nuevo blog, Impulso [espontáneo]; un pequeño espacio desde donde tengo el descaro y la pretensión de contarles algo de lo que veo, pero sin palabras esta vez.
Pasen, serán bienvenidos y bien tratados: http://www.impulsoespontaneo.blogspot.com/
"La fotografía, escribió él una vez con su letra maternal, es un impulso espontáneo, resultado de estar perpetuamente mirando, que atrapa el instante y su eternidad".
Fragmento de "Un hombre mendigando en el metro", Fotocopias. John Berger, sobre Henri Cartier Bresson.

viernes, septiembre 14, 2007

Asesíname

Pensá en lo que ocupan 40 canchas de fútbol, todas juntas. Ahora enterate que por hora (sí, por hora), en Argentina arrancan esa superficie de bosques nativos. Insisto: por hora.
Y no sólo eso. Con el desmonte se cae el ecosistema: animales, insectos, agua y también campesinos y pueblos originarios de la zona.
Así vamos desapareciendo.
Organizaciones de todo el país están juntando firmas para que el Senado vote una ley que obligue a frenar esta irracionalidad. Hay que llegar al millón.
¿Vos pensás hacer algo al respecto? Podés hacer click acá y ayudarte.
O entrar en http://www.leydebosques.org.ar/.



Si no, te invito a que no vuelvas por acá.

Naturaleza muerta

Aparecen cada tanto. Caminan perfectamente alineadas sobre el mármol blanco, angosto, que rodea el lavabo de la cocina. Generalmente lo hacen atraídas por una pequeña cantidad de granos de azúcar derramados en el intento de ser llevardos a una taza; a veces, al detectar una miga de alfajor o rastros de mermelada de damasco. Son pequeñas, urbanas, ágiles y ordenadas. E incansables.
En Africa, comparada con otras invasiones, verlas sería apenas un detalle atractivo y casi ingenuo. Pero acá tienen la significación de un enjambre. Acá desatan una guerra tóxica.
A metros, o para ser más exactos, a segundos de mi mano, espera un tubo metálico. Basta agitarlo como si uno fuera el diablo murmurando al oído para terminar con todo. Un sonido corto y seco. Cae una lluvia espesa sobre el mármol. Y nada más.
Ahora, esa perfecta fila de hormigas no es más que una irregular sucesión de puntos inertes, cuerpecitos hechos bollo, aniquilados, achicharrados, esperando por un trapo que los recoja y los convierta así, injustamente, en nada.
Truena afuera.

domingo, septiembre 09, 2007

Escena del policía y las señoras

Dos vecinas caminan lento, agarradas del brazo. Atraviesan la cuadra entre frutas y verduras esparcidas en cajones. Parado al lado de la entrada a la verdulería, un policía lampiño detiene su tiempo en sus dedos veloces que presionan el teclado del teléfono celular. El movimiento no es menos rápido que largo. La gorra no se le mueve. Viste un chaleco fluo, naranja.
Las señoras pasan delante suyo. "Lo único que hacen estos es hablar por el celular". Y siguen, como si ahora el tema fuesen los tomates verdes de siempre.
El joven agente levanta la cabeza y mira al verdulero, de rasgos aymaras. Murmulla, serio: "Cuando no hacemos nada, porque no hacemos nada. Cuando hacemos algo, porque hacemos algo".
Y sigue apretando botoncitos.

jueves, agosto 30, 2007

La música de los colores


Hernán Cédola, artista plástico, fotógrafo y, sobre todo uno de los grandes amigos de la casa de la nada, expone desde hoy y hasta el 29 de septiembre su muestra "Estudios para óleo y grabado", en Zabaleta LAB (Arroyo 872, Buenos Aires).
Alguien escribió sobre él: "Expresionismo, pureza pictórica, letras, números; éste joven artista se apodera de todo esto para ofrecernos una traducción sensible del mundo actual. Este tejido de sensaciones pictóricas que es un cuadro es, asimismo, una metáfora, un acto de libertad y revelación."

lunes, agosto 20, 2007

Una forma de felicidad

Había escuchado hablar de él, e incluso a ver algunos de sus trabajos. Hasta creo que entré, hace mucho, a su blog. Pero no estuve demasiado atento, no fui cortés. Hace poco un amigo me regaló un viejo número de la revista colombiana Gatopardo (esas cosas fantásticas que tiene la más "maravillosa" de las ciencias, el marketing, por la cual una gran revista de reportajes tiene prestigio aún con ese nombre). La abrí por el final y me topé con una nota sobre él. Me llamó la atención su foto, el sombrero y los anteojos que llevaba. Me pareció ver a un personaje salido de, por ejemplo, Big Fish, la película de Burton. E hice lo que nunca: empecé a leer la nota en un párrafo cualquiera.
La periodista transcribe lo que dice Fellini, uno de los personajes del personaje en cuestión: "A veces me gusta tomarme un tiempo para observar el mundo y ver lo increíble y lo frágil que es todo". Un poco más adelante, ya no habla por Fellini si no por él mismo: "Las ciudades te obligan a cerrar las emociones". O también dice, cerca del final: "Es un ejercicio lindísimo acordarme de cuando era chico... Recordar, por ejemplo, que cuando tenés diez años vivís con las rodillas hechas mierda y te duele, y de grande les tenés un cariño enorme a esas lastimaduras, porque no te pasan más".
Entonces, desde hace unas semanas me dedico a aprender sobre el personaje, a, de alguna manera, reparar el error propio.
Y recién volví a la nota de Gatopardo.
"Los dibujos de Liniers son una forma muy --muy-- sofisticada de felicidad". Es lo primero que leo que dice la periodista.
Y lo último; era lo mismo que yo pensaba.



lunes, agosto 13, 2007

jueves, agosto 02, 2007

El grito sagrado

"Pero ya estaba todo arreglado,
todo alcanzaba la perfección,
la lucha había terminado.
Se había vencido a si mismo
definitivamente.
Amaba al Gran Hermano".
De "1984". George Orwell.

El. Ella. El. Ella. El. Ella. El. Ella.. Los dos.
El.
De fondo: una pequeña multitud encapsulada de voces femeninas gritando por él. El, como sabiendo que lo vemos a él, aguanta el llanto que le genera ese coro. Porque el coro anuncia la victoria antes de que se sepa. La música, que entra a través de un micrófono a los oídos de él mientras otro habla sólo porque tiene que decir algo (porque lo que importan son el coro y él, o su emoción).
Más atrás otra música. Una cortina orquestada alrededor de una percusión bien grave, altisonante, cortada. Dramática.
Mientras tanto sigue él. Que prende un cigarrillo con gestos nerviosos, desbordados, y así pasa el tiempo y se olvida de que está emocionado, conmocionado. Porque los gritos siguen de fondo.
De pronto ella. Ella abraza su oso, casi no tiene gestos. Es bonita y ha venido a redimirse de su fama de señorita de la noche y el dinero. No es de acá, no habla bien. Tal vez eso explique algo. O no explique nada. Ella. Sonríe desconfiada.
Hasta que la voz que habla para decir nada ahora dice algo que empieza a develar el misterio.
A uno, 200 mil personas intentaron hacer que no perdiera. Al otro, 1.800.000 lo eligieron para que ganara. Nadie dice quién es quién aún. Aunque es un poco obvio; Brasil nunca pierde con Argentina.
El. Plano de él.
Las cifras llegan a sus oídos (a los de él y también a los de ella) y ambos supieron que todo estaba resuelto. Nadie dice todavía quién es quién. Aunque es un poco obvio.
El. Ella. El. Los dos.
El.
Casi llora. Todavía no. Detrás, toda una montaña de cínicos se babea. Y arregla el error anterior. O quizá estaba prevista la revancha y todo.
El. El tiembla. Expulsa el humo del tabaco por la nariz, no mira jamás a ella. Ella se apoya en el hombro de él, pero la cifra la despide violentamente hacia el respaldo del sillón blanco.
La música de fondo sube de volumen y de presión. Ahora no es percusión sino vientos agudos. El. Ella. El. Ella. El
El que tiene que hablar juega al suspenso hasta que lo dice.
El es el ganador.
El. El que zafó. O el que supo cómo zafar.
El. Que está entre nosotros otra vez.
Que tuvo otra oportunidad.
El.
El hijo del sistema. Otro hijo de Dios.

¿Qué es "triunfar en la vida"?

viernes, julio 27, 2007

Lejanía



¿Por un hormiguero de albas, por pocos
hilos en los que se enrede
el vellón de la vida y se adhiera
por horas y años, hoy los delfines en pareja
cabriolan con sus hijos? Oh, que yo nunca escuche
nada de tí, que huya del esplendor
de tu mirada. Otra cosa hay en la tierra.


Desaparecer no sé ni asomarme de nuevo; se demora
la fragua bermeja
de la noche, la tarde se hace larga,
la plegaria es suplicio y no ha llegado aún
hasta tí, entre las rocas que emergen,
desde el mar la botella. Vacío, el oleaje
se rompe sobre el cabo, en Finisterre.




Eugenio Montale, En una carta no escrita. De La tempestad y demás (1956).
Foto: Mar Adriático. Lido, Italia (5/07)

viernes, julio 20, 2007

El mundo ha vivido equivocado

"El ocio es la madre de todos los vicios. Pero es una madre y hay que respetarla".
Roberto Fontanarrosa
Rosario, 1944-2007
"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de risa con tu libro".

miércoles, julio 18, 2007

El miserable (parte II)

El miserable camina con la cabeza baja, mirando el piso pero no el suficiente tiempo como para no medir el movimiento de los demás; ese que puede hacerlo retroceder en la carrera.
El miserable, por cierto, corre una carrera miserable. Los que luchan no compiten. Compiten los que lloran el llanto de la lástima. El miserable acepta y no piensa, construye demoliendo, te come la última porción.
El miserable habla bajito para llamar la atención, te ronronea como un gato gris, pone el lomo para que le rasquen.
Tengo un espejo enfrente: el miserable está detrás de nosotros.
Y ataca por la espalda.

lunes, julio 16, 2007

Posdata

"Resulta que uno siente que algo se queda entre los dedos, que algunas palabras andan todavía por ahí buscando acomodo entre frases, que uno no acaba de vaciar los bolsillos del alma, pero es inútil, no habrá posdata que abarque tantas pesadillas... y tantos sueños..."

martes, julio 10, 2007

Nieve como la gente


1. Y sí, ver nevar en Buenos Aires trae el mismo goce absurdo y tiene la misma i-lógica que caminar por una ciudad con calles de agua. Nuestro placer es breve, momentáneo, pero tiene todos los matices del placer. Y eso es suficiente. El Once nevado es digno de un guión de la dupla Capusotto-Saborido tanto como un abrazo enamorado bajo los copos y sobre el pasto blanco en Plaza de Mayo puede serlo para Michelangelo Antonioni. Al fin y al cabo, esta ciudad es un poco eso: mito, delirio y belleza platónica.

2. Pero de ahí a festejar. ¡Festejar! Al ver al señor de Lomas de Zamora "tomar nieve" prácticamente desnudo sentado en una reposera, un amigo me dijo: "sí, yo lo pondría en la tapa de los diarios, pero con el título 'Nevó sobre un boludo'". La gente (siempre en estos casos es "la gente") gritó, saltó y hasta fue al Obelisto como si se tratara de una gesta popular o el triunfo en el Mundial. ¿Qué tipo de excitación emotiva genera en los hombres y mujeres de esta ciudad ver nieve caer? ¿O es que nos han menospreciado tanto que aspiramos a la felicidad a partir de ver caer un cristal de agua sobre nuestro jardín?

3. "La gente celebró en las calles", dicen las tapas de los diarios. Y es cierto.

4. Sospecho entonces que los medios no se refieren a los que "viven" sin plata para una estufa, o bajo la autopista, o en casas con piso de tierra. O a los que duermen entre cartones con tres pantalones y cuatro sacos agujereados, bajo un banco viejo de madera verde en Constitución.

5. No, me respondo; la "gente" celebró.
*Foto tomada por el fotógrafo Mario Quinteros.

martes, julio 03, 2007

Lo bello y lo triste


Lo encontré sin buscarlo pero inevitablemente: era el único lugar abierto a esa hora de la madrugada en Tilcara. El aire tan helado, la sombra del cerro negro, la noche clara, todo eso de lo que me habían hablado estaba ahí y me tenía un tanto abstraído de mí mismo. Caminaba con la barbilla erguida. Pero hacía frío así que enseguida entré al lugar de las luces amarillas. No recuerdo el nombre; pero sí que sólo dos mesas estaban ocupadas, por una mezcla equitativa de franceses y tilcareños.
Con el codo sobre la barra un borracho balbuceaba bajito y miraba, como todos, al hombre que estaba sentado en un tablón largo pegado a la pared y que jamás sacaba sus ojos rasgados de la guitarra; salvo que fuera para encontrar el vaso de vino o para agradecer con una sonrisa casi impercetible los elogios como familiares.
Su manera de tocar tenía la cadencia que tiene todo en la Quebrada de Humahuaca.
Cada tanto, los chicos que estaban sentados a su derecha (serían dos o tres) llevaban el sikus a los labios y soplaban ecos ancestrales para acompañarlo. En otros momentos, el hombre de la guitarra sorprendía: Par mil, de Divididos, y Blackbird, esa mítica canción del Albúm Blanco de los Beatles. Se escuchaba la manera de rasguñar las cuerdas, cómo respiraba por la nariz, o sentía esa música lejana tanto como la suya, la nuestra, a través del trance de sus gestos. No recuerdo si entonaba con la voz esas canciones, o sí sólo emprendía el viaje a través de la melodía y eran los presentes los que lo acompañaban.
Apenas después del paso por el rock, alentó el baile improvisando dos sambas y tres chacareras. Y los tilcareños invitaron a bailar a los franceses, y la barra quedó vacía de borrachos y todo en el pequeño espacio entre las mesas pareció una orgía exótica pero sin tacto.
El hombre de la guitarra sonreía satisfecho, siempre con los ojos sobre el diapasón, como todas las veces, todos los años que volví a cruzarme con él en el bar que estuviera abierto. Mirando cómo sus dedos hacían lo de siempre, lo de cada noche, un poco por gusto, un poco porque era todo lo que él podía dar; nada menos que música.
“En la Puna cada ruido merece su atención. Yo los escucho, me inspiro y los musicalizo”, leí que dijo alguna vez.
Ricardo Vilca murió el 19 de junio en San Salvador de Jujuy, días después de ser internado.

martes, junio 19, 2007

París, esa metáfora

" ¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentrífico".


* Foto tomada sobre el Pont des Arts. París, junio 2007.
** Primeras lìneas del capítulo 1 de Rayuela, Julio Cortázar (1963).

domingo, junio 10, 2007

Próxima estación: Argentina


La línea 1 –la amarilla-- del arácnido metro de París rebana a la ciudad horizontalmente en dos. Nace en el histórico Chateau de Vincennes, al este, casi en el suburbio y luego, a mitad de camino, en la Gare de Lyon, empieza a acompañar al Sena, en lo que sería la comisura izquierda de esa mueca amarga que dibuja el río en el hermoso rostro de París.
Así hasta Concorde, justo debajo de la plaza-emblema que lleva ese nombre, donde empieza su rumbo al norte, a la punta posmoderna parisina, al lugar donde el futurismo acaba con la magia: La Défense, el “barrio” yuppie, el centro financiero.


Hacia ese lugar iba el turista (a conocer el Gran Arco, una construcción alucinada y alucinante que está alineada perfectamente con el del Triunfo, unida por la avenida Charles de Gaulle, que después del monumento napoleónico se transforma en nada menos que la Champs Elysées), distraido ahora en lo que él consideraba el mejor reflejo de la capital hoy (“al menos hasta que el racista de Sarkozy lo destruya”): sobre el caño, una encima de la otra, una mano negra, blanca y otra más blanca.


El ensimismamiento y la reflexión del turista terminaron cuando la voz predeterminada y femenina del metro anunció la próxima estación con letras conocidas para él: “Argentine”.
Entonces, aunque no sabía bien por qué, el visitante no dudó y bajó. A pesar de la propaganda de Benetton en vivo que lo tenía tontamente perplejo, a de que más allá esperaba La Défense, y de que dos ojos turquesas invitaban en silencio a continuar el viaje.


Pero era el mismo andén de siempre, con las mismas publicidades pegadas en las paredes (Al Jarreau toca en julio, Cabaret se reestrena en Montmartre, y Nadal, dueño de Roland Garros, vende ropa Niké); nada, salvo el nombre de su país escrito con letras blancas, en francés, sobre un cartel azul. A pesar de la primera duda, el viajero atravesó todo el andén antes de cruzar la vía y volver en busca del destino original. Pero cerca del final del pasillo, donde debe quedar el principio del tren en cada frenada, la pared semicircular dejaba sus típicos mapas para mostrar imágenes recurrentes en su inconsciente del momentáneo exilio: la pampa amanecida y sus ovejas, chapas multicolores de Caminito, dos piernas entrelazadas en una melodía de bandoneón, cataratas, glaciares y el verde de un cactus alterando los siete colores del cerro. Todo junto se mostraban delante de una chica que parecía estar mirando adentro suyo más allá de esas ventanas y del cofre de vidrio que un par de metros más allá encierra el busto de Don José de San Martín del Bronce. El viajero miró al prócer, hizo una mueca como satisfecha –seguramente porque recordó que una semana antes, en Berlín, el señor libertador se posaba firme frente a la Biblioteca Nacional—y siguió para volver a la Défense.


Al subir de nuevo al tren, después de que la voz de la mujer incierta anunciara “Porte Malliot”, el turista río y le dijo, sin importarle el obstáculo del idioma, al señor rubio de traje azul que compartía su asiento: “Está bien, tenés razón. En el fondo, que el único homenaje que encuentre en Francia a mí país sea bajo tierra no es ninguna paradoja”.


Y apoyó su cabeza contra el vidrio.


viernes, mayo 25, 2007

Espanto


Es el frio.

Es el aroma añejo, acido.

Son las piedras, y el ruido de botas invisibles sobre ellas.

Es un reloj parado, un triangulo rojo. Y uno amarillo.

Son flores vivas, secas pero vivas.

Petalos de hoy, camas de ayer.

Es el peso y su negra figura.

Es todo, lo helado, los hierros, el gas.

No es un sueño.

No.



*Foto tomada en el campo de concentracion de Sachsenhausen, Berlin (mayo 07).

jueves, mayo 03, 2007

El cielo del héroe




Foto tomada días atrás a una escultura del pueblo de Toledo, España, ciudad donde el artista cretense, El Greco, cambió un poco la historia del arte para siempre.

sábado, abril 28, 2007

Nowhere man

Mientras recuerdo el futuro dentro del ave, conviven conmoción y angustia.
Eso tiene sus paradojas pero no tiene respuestas. Aunque al fin y al cabo, lo próximo que oleré no es un mundo desconocido si no, claramente, mi pasado.
Vuelvo, volvemos, inevitablemente al punto de partida. De alguna manera, aunque breve o momentánea, el círculo se cierra.
Pensamiento que flotará entre nubes, cruzando el puente verdadero:


¿Cuál habrá sido el azar, o la bomba, que llevó a cambiar el destino, el foco, la percepción o el suelo de mi nombre?







* foto tomada en septiembre del '06 sobre un cielo latinoamericano e incierto

viernes, abril 13, 2007

Eminencia


Toni Puig, "el gurú de las ciudades", llegó a la Argentina. Clarin.com difundió uno de sus profundos pensamientos sobre nuestra ciudad, que --según él mismo-- adora tanto como a Berlín y Barcelona.

Con una visión deslumbrante, el hombre que transformó a Barcelona en el polo vanguardista de Europa, dijo de Buenos Aires:




El Sitio de la Nada agradece la honestidad del gurú Puig; la verdad, eminencia, no lo sabíamos.

miércoles, abril 04, 2007

Buenos Aires


Antes yo te buscaba en tus confines
que lindan con la tarde y la llanura
y en la verja que guarda una frescura
antigua de cedrones y jazmines.
En la memoria de Palermo estabas,
en su mitología de un pasado
de baraja y puñual y en el dorado
bronce de las inútiles aldabas,
con su mano y sortija. Te sentía
en los patios del Sur y en la creciente
sombra que desdibuja lentamente
su larga recta, al declinar el día.
Ahora estás en mí. Eres mi vaga
suerte, esas cosas que la muerte paga.
.....
....
Y la ciudad, ahora, es como un plano
de mis humillaciones y fracasos;
desde esa puerta he visto los ocasos
y ante ese mármol he aguardado en vano.
Aquí el incierto ayer y el hoy distinto
me han deparado los comunes casos
de toda suerte humana; aquí mis pasos
urden su incalculable laberinto.
Aquí la tarde cenicienta espera
el fruto que le debe la mañana;
aquí mi sombra en la no menos vana
sombra final se perderá, ligera.
No nos une el amor sino el espanto;
será por eso que la quiero tanto.
* Ambos poemas se llaman "Buenos Aires"; y fueron publicados por Jorge Luis Borges en El otro, el mismo (1964).
** La foto fue tomada en un atardecer, creo, sobre la calle El Salvador.

lunes, marzo 26, 2007

24M

¿Dónde estaré ayer?
Es notable el dolor ambiente
Ruinas, Juan Gelman

¿Qué es el dolor?
¿Qué otra cosa si no la transformación corpórea de un agujero espiritual que alguien secó?
¿Qué es el dolor más que la certeza del recuerdo para siempre, de la costosa victoria de la memoria?

¿Y la memoria?
Tal vez sea el camino de eslabones corroidos (pero firmes) por donde el dolor calma su propio dolor; que es el mío. O es el tuyo.





El Sitio de la Nada recuerda con profundo respeto y admiración a los 30 mil desaparecidos durante la Dictadura militar. Y exige la aparición con vida de Julio López.

Estén donde estén, están.


(foto tomada por el periodista, fotógrafo, escritor y amigo de la casa, Pelado)

miércoles, marzo 21, 2007

Podar Poder Rapar

¿Qué derecho tenemos para violentarnos así?
¿Quién nos dio la prioridad sobre el resto de la vida que comparte nuestro suelo?
Estoy enojado.
¿Alguien sabe quién rapó al árbol que inflaba su copa justo encima de mi balcón?

viernes, marzo 16, 2007

Gran Hermano


Entonces desapareció a su vez la monumental cara del Gran Hermano y en su lugar aparecieron los tres slogans del Partido en grandes letras:


LA GUERRA ES LA PAZ

LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD

LA IGNORANCIA ES LA FUERZA


Pero daba la impresión --por un fenómeno óptico psicológico-- de que el rostro del Gran Hermano persistía en la pantalla durante algunos segundos, como si el "impacto" que había producido en las retinas de los espectadores fuera demasiado intenso para borrarse inmediatamente. La mujeruca del cabello color de arena se lanzó hacia adelante, agarrándose a la fila de la silla anterior y luego, con un trémulo murmullo que sonaba algo así como "¡Mi salvador!", extendió los brazos hacia la pantalla. Después ocultó la cara entre sus manos. Sin duda, estaba rezando a su manera.


Fragmento de 1984, Geoge Orwell

miércoles, marzo 14, 2007

Interrupción borgeana

Buscando una frase de Aristóteles con la que me topé en el momento más inesperado del día (una frase genial del sabio griego que habla sobre el tiempo, dicha por un personaje vulgarizado, justamente, por el tiempo), buscándola decía, el google me disparó en la primera bala un fragmento inevitable de las Conversaciones de Jorge L. Borges con Osvaldo Ferrari, aparecidas en 1984 en el periódico Tiempo Argentino.
Simplemente, les sugiero que si tienen tiempo y ganas de entender mejor de dónde venimos y hacia donde volvemos, hagan click aquí.
Y si no tienen tiempo consíganlo y vuelvan.
Eso sí, sobre las ganas de cada uno no puedo opinar.

domingo, febrero 25, 2007

Pulsión*

Adentro, adentro de mis oídos, el pianista imagina una escena indescifrable con una melodía dispar. Son sollozos ancestrales, el rito de una tribu alrededor del fuego, el impacto de las alas que sólo escucha el pájaro en vuelo, un gemido de mujer, los pasos de alguien en la oscuridad.

Cuando el pianista toca triste el agua explota en el asfalto, se estrella en los árboles y en las ventanas, percute las chapas de los cielos pobres. El balde que alguien olvidó en el patio está por rebalsar; una gota por cada pulsación.

Una larga sucesión de acordes moja la madre tierra. Cada vez que mueve un dedo el pianista, cada vez que llora, salgo a ver el cielo gris.

(El Sitio de la Nada recomienda fervientemente escuchar con atención la inmejorable y reciente obra del Mono Fontana: Cribas.)

* (Del lat. tardío pulsio, -onis).
1.f. En psicoanálisis, energía psíquica profunda que orienta el comportamiento hacia un fin y se descarga al conseguirlo.

martes, febrero 13, 2007

El yanqui bueno

Siempre tuve la sensación de que los argentinos somos como somos (no voy a detallar cómo somos y menos voy a permitir que interpreten en la frase anterior un dejo de Andy "Quiero ser como Bono" Kustneszof) en parte porque nos interesa demasiado saber cómo nos ven los de afuera. Es como esa persona (al fin y al cabo, tan frecuente por estas tierras) que vive preocupada por el "qué dirán".
En fin, para ese grupo mayoritario (en el cual me incluyo) y para los otros también, hay un blog recomendable: se trata del que llena cada día Mike, un yanqui que anda por estas tierras y le gusta contar lo que pasa(www.yanquimike.blogspot.com). No lo conozco más que por sus líneas (muchas veces también críticas de su sociedad), por una casualidad que nos cruzó en el cibermundo, por el buen gusto y por algunos gestos de excesiva bondad de su parte para conmigo.
Así que, visítenlo. ¡Y además es una buena excusa para practiar el inglés...!

miércoles, febrero 07, 2007

La herida de Buenos Aires

Hojas de un libro viejo de Italo Calvino que pasan mientras cae definitivamente el sol.
Una mirada celeste o verde (¿podrá el hombre alguna vez conservar los rostros de su vida para siempre?), el abrazo sobre su piloto esmeralda para la lluvia. Una tarde de elecciones con pantalla roja de Crónica TV y amigos riendo. El mejor submarino de la ciudad. El malhumor de los tres gallegos. El firulete del vidrio, la silla gastada, la espera. San Telmo. El pasado. Decenas o cientos de rostros solitarios. Una mujer que llora abrazada a una cerveza caliente. Un perro meando la vereda. Café con leche y dos medialunas, por favor.
Un bar, un símbolo.
Buenos Aires (alma de piedra, diría Spinetta) hoy cierra una herida.
Y entonces volveré un domingo a Defensa y Brasil. Cruzaré otra vez la doble puerta del Bar Británico.

lunes, febrero 05, 2007

Dixit


"Es difìcil saber si el mundo en que vivimos es sueño o realidad".


Hierro 3, Kim Ki - duk