jueves, agosto 30, 2007

La música de los colores


Hernán Cédola, artista plástico, fotógrafo y, sobre todo uno de los grandes amigos de la casa de la nada, expone desde hoy y hasta el 29 de septiembre su muestra "Estudios para óleo y grabado", en Zabaleta LAB (Arroyo 872, Buenos Aires).
Alguien escribió sobre él: "Expresionismo, pureza pictórica, letras, números; éste joven artista se apodera de todo esto para ofrecernos una traducción sensible del mundo actual. Este tejido de sensaciones pictóricas que es un cuadro es, asimismo, una metáfora, un acto de libertad y revelación."

lunes, agosto 20, 2007

Una forma de felicidad

Había escuchado hablar de él, e incluso a ver algunos de sus trabajos. Hasta creo que entré, hace mucho, a su blog. Pero no estuve demasiado atento, no fui cortés. Hace poco un amigo me regaló un viejo número de la revista colombiana Gatopardo (esas cosas fantásticas que tiene la más "maravillosa" de las ciencias, el marketing, por la cual una gran revista de reportajes tiene prestigio aún con ese nombre). La abrí por el final y me topé con una nota sobre él. Me llamó la atención su foto, el sombrero y los anteojos que llevaba. Me pareció ver a un personaje salido de, por ejemplo, Big Fish, la película de Burton. E hice lo que nunca: empecé a leer la nota en un párrafo cualquiera.
La periodista transcribe lo que dice Fellini, uno de los personajes del personaje en cuestión: "A veces me gusta tomarme un tiempo para observar el mundo y ver lo increíble y lo frágil que es todo". Un poco más adelante, ya no habla por Fellini si no por él mismo: "Las ciudades te obligan a cerrar las emociones". O también dice, cerca del final: "Es un ejercicio lindísimo acordarme de cuando era chico... Recordar, por ejemplo, que cuando tenés diez años vivís con las rodillas hechas mierda y te duele, y de grande les tenés un cariño enorme a esas lastimaduras, porque no te pasan más".
Entonces, desde hace unas semanas me dedico a aprender sobre el personaje, a, de alguna manera, reparar el error propio.
Y recién volví a la nota de Gatopardo.
"Los dibujos de Liniers son una forma muy --muy-- sofisticada de felicidad". Es lo primero que leo que dice la periodista.
Y lo último; era lo mismo que yo pensaba.



lunes, agosto 13, 2007

jueves, agosto 02, 2007

El grito sagrado

"Pero ya estaba todo arreglado,
todo alcanzaba la perfección,
la lucha había terminado.
Se había vencido a si mismo
definitivamente.
Amaba al Gran Hermano".
De "1984". George Orwell.

El. Ella. El. Ella. El. Ella. El. Ella.. Los dos.
El.
De fondo: una pequeña multitud encapsulada de voces femeninas gritando por él. El, como sabiendo que lo vemos a él, aguanta el llanto que le genera ese coro. Porque el coro anuncia la victoria antes de que se sepa. La música, que entra a través de un micrófono a los oídos de él mientras otro habla sólo porque tiene que decir algo (porque lo que importan son el coro y él, o su emoción).
Más atrás otra música. Una cortina orquestada alrededor de una percusión bien grave, altisonante, cortada. Dramática.
Mientras tanto sigue él. Que prende un cigarrillo con gestos nerviosos, desbordados, y así pasa el tiempo y se olvida de que está emocionado, conmocionado. Porque los gritos siguen de fondo.
De pronto ella. Ella abraza su oso, casi no tiene gestos. Es bonita y ha venido a redimirse de su fama de señorita de la noche y el dinero. No es de acá, no habla bien. Tal vez eso explique algo. O no explique nada. Ella. Sonríe desconfiada.
Hasta que la voz que habla para decir nada ahora dice algo que empieza a develar el misterio.
A uno, 200 mil personas intentaron hacer que no perdiera. Al otro, 1.800.000 lo eligieron para que ganara. Nadie dice quién es quién aún. Aunque es un poco obvio; Brasil nunca pierde con Argentina.
El. Plano de él.
Las cifras llegan a sus oídos (a los de él y también a los de ella) y ambos supieron que todo estaba resuelto. Nadie dice todavía quién es quién. Aunque es un poco obvio.
El. Ella. El. Los dos.
El.
Casi llora. Todavía no. Detrás, toda una montaña de cínicos se babea. Y arregla el error anterior. O quizá estaba prevista la revancha y todo.
El. El tiembla. Expulsa el humo del tabaco por la nariz, no mira jamás a ella. Ella se apoya en el hombro de él, pero la cifra la despide violentamente hacia el respaldo del sillón blanco.
La música de fondo sube de volumen y de presión. Ahora no es percusión sino vientos agudos. El. Ella. El. Ella. El
El que tiene que hablar juega al suspenso hasta que lo dice.
El es el ganador.
El. El que zafó. O el que supo cómo zafar.
El. Que está entre nosotros otra vez.
Que tuvo otra oportunidad.
El.
El hijo del sistema. Otro hijo de Dios.

¿Qué es "triunfar en la vida"?