domingo, enero 11, 2009

Seres (segunda crónica del Este)

Alan Faena. Gustavo Cerati. Mauricio Macri. Julieta Ortega. Marcela Tynaire. Luciano Benetton. Susana Giménez. Gaby Alvarez. Nicole Neumann. Roberto Giordano. Benjamin Biolai. Carlos Pedro Blaquier. Tete Coustarot. Gastón Gaudio. Pancho Dotto. Nicolás Repetto. Shakira. Dolores Barreiro. El dueño del Porsche. Pampita. Andrés Calamaro. Ricky Sarkani. Francis Malmann. Marcelo Tinelli.

Viven enero en Punta del Este. Y todos los demás aquí quieren ser como ellos. Es todo lo que importa.

Pero Raúl no es así. Anda en un micro que compró y que transformó en casa rodante. Vive en Rosario y duerme la siesta en su colectivo. Hace 25 años que viene al Este y se instala sobre el final de La Brava. Adora viajar. Su primer viaje de mochilero fue a los 13. Dice que recorrió 300 mil kilómetros. Sacamos la cuenta, como no sé cuántas vueltas alrededor del mundo. Acá mira el amanecer todos los días y hoy me contó que cuando llegó, el 20 de diciembre, el sol salía a las 6.25 y que ahora ya lo hace siete y veinte. Después baja la persiana y sigue durmiendo. Es arquitecto, y hace unos asados delirantes. Los probé hoy. Viaja con su parrilla, bautizada "La encontrada". Y también viaja con su mujer, Yenny, que casi no habla y tiene los ojos chinitos y várices en las piernas y adora recortar diarios y revistas y armar historias con chistes ingenuos sobre sus amigos. Y se los regala en unos de esos asadazos que hace Raúl. Y que hoy probé: cordero deshuesado, cebollas, morrones, papa dulce y choclo asados, vino y gaseosa sabor mandarina.
También estaba León, un perro uruguayo. Y otros colegas "casilleros". Todos caen al mismo lugar todos los eneros. Algunos desde hace 41 años, otro desde hace 10. Nadie es nuevo. Y como buenos vecinos esperan todo el año para verse y comer ese asado de Raúl. Coco es de Carmelo, es uruguayo y es muy gracioso y también, como Raúl, armó él mismo su casa rodante que se llama "Mi objetivo". Sobre la cama de Coco hay una foto de su hijo, que se murió y que los acompaña en cada viaje. Coco cambia un poco. Y cuenta que los amaneceres lo hacen llorar todas las mañanas, porque son la esperanza. Los prefiere antes que el atardecer, que para él es como el fin. Abajo del micro sirve helado Romina, la otra hija de Coco, constructor de barcos, docente, pelado y dueño de León. Coco cuenta la historia de Piter, otro colega casillero que tiene dientes de oro y al que ya le pidió que avise cuando va a morir así se los saca. Dice Coco que Piter te vende una botella de vino vacía porque sirve pa llenarla. Y viaja con gallos y gallinas.
Las bromas sobre la muerte aumentan con los años. Y ninguno de ellos, salvo Romina y su novio Edgardo tiene menos de 50.
Raúl toca el acordeón y se queda callado de a ratos. Apenas termina el asado agarra el fuelle y emprende un viaje hermoso por el Kilómetro 11. Chamamé en Punta del Este. Después hace silencio y vuelve a esos mundos que tendrá. Entonces se para y acaricia el rostro de su hija, de oreja a oreja. Ella lo mira y lo perfora. No puede decir nada, ni moverse, ni nada, ni siquiera reaccionar más que mirarlo y perforarlo. Raúl le da un beso en la frente.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

A Zepita!

Anónimo dijo...

Y fue a Zepita nomás...

Fero Soriano dijo...

Ja. Viste? Pero una versión oficial de la cosa...
Aunque hubo pedido formal al ESDLN para publicar su versión. Pedido que después de varias dudas fue denegado.
abrazo

MQDLV dijo...

qué lindo, che, vos, fero. te digo, mientras leía el inicio de este relato, tomé mis orejas con las dos manos, agaché la cabeza y leí en voz alta, al mejor estilo reponder -sin repetir y sin soplar-a qué personas en este mundo no te querés parecer...
un gusto... leerte!
besos

Anónimo dijo...

Muy lindo!!!! Me encantaría sumarme a los asados de Raúl, o vivir como él, y no conocer nunca a los personajes que se enumeran en las primeras líneas.
Facundo.

Anónimo dijo...

Che, la verdad que no creo que nadie quiera ser parecido a Roberto "No me peguen soy Giordano". A todos los demás, podría ser. Pero a Roberto...

Gabriel G.

Fero Soriano dijo...

Ja. Hubiera pensado lo mismo, GG. Pero si vieras la histeria desatada alrededor suyo en los pasillos del Conrad, creerías que se trataba de Robert... Plant.
La locura de este Este.