martes, abril 07, 2009

Pobres


No tienen agua. Ni potable ni contaminada. Van a buscar a una canilla a tres cuadras. El hecho de caminar provoca que el polvo los vaya acompañando a cada paso, cada vez que los pies explotan sobre la tierra seca. El polvo.


Ellos tampoco tienen agua. Reclaman la obra hidráulica, hasta están dispuestos a poner una parte de sus mismos millones que levantaron mansiones narcosojeras al costado de la ruta. No tienen agua potable, pero en verano tienen pileta. Llena.


Es Charata. Es Chaco. No es Colombia.


Ahora el mosquito. Explican: Bolivia y Paraguay están acá nomás. Van a comprar ropa, cosas, vuelven. Fijate: Campo Largo, Sáenz Peña, Charata. Así se dieron los casos. Así están dibujadas la ciudades en el mapa.


Cuando el mosquito los picó no se dieron cuenta. Vomitaron, se quebrantaron sus huesos. Tuvieron fiebre. Tenían hambre. Por eso se enfermaron pronto. Nadie les avisó. Por eso no se dieron cuenta.


Cuando las mucamas, los cocineros, los jornaleros, los jardineros que limpian la pileta empezaron a faltar a la mansión, afiebrados, los otros averiguaron. Tienen dengue. Nos podemos contagiar. La política escondería el pánico hasta manejar la situación. Ni ese plan le sale. Como la riqueza, la noticia desborda a la clase media. La clase media se entera y se desespera. Llama a los medios, hace un cacerolazo en la plaza principal. Un intendente radical se ríe porque le pegan a un ministro justicialista. La clase media protesta porque tiene miedo. Su voz al fin es la del pueblo. Un milagro (muy a su pesar).
* foto tomada en el barrio Norte. Charata.

4 comentarios:

MQDLV dijo...

Che, me gustó mucho.

Pablo Hacker dijo...

hace bocha no entraba, muy egoísta (o culposo), entro ahora que veo tu comentario y tu bienvenida en mi blog. Primero, gracias por entrar. Segundo: voy de arriba hacia abajo por la nada y siento que me deja mucho.
bravo por "piedras, o balas", y por tantas otras.

diego dijo...

Estaba esperando algo. Crudísimo, y estar alá debe haber sido peor.

Diego Sagardía dijo...

Con el paso del tiempo, parece, la foto y el texto se agigantan. En vos, encima, convive el recuerdo de esos relatos y esas caras, el despojo de todo, el pedido (lejanísimo) de un texto para que entre en una página. Como si fuera tan fácil y descarnado.
Peche, Ferito.