martes, agosto 01, 2006

Ollantaytambo

Escucho el quejido de la tierra
y me agacho hasta su vientre,
donde permanece aquel olor
nacido de tus dioses olvidados.

Vivo de momentos como este;
ahogado por una luz imperturbable,
seducido por la irrealidad del renacer.

Son tiempos estoicos,
de revanchas condenadas
al fracaso entre los héroes.

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