XLVII
Sin salir de la puerta
se conoce el mundo.
Sin mirar por la ventana
se ve el camino del cielo.
Cuando más lejos se va,
menos se aprende.
menos se aprende.
Así, el sabio,
no da un paso y llega,
no mira y conoce,
no actúa y cumple.
"Tao Te King"
Lao Tse (*)
Lao Tse (*)
Una pequeña imagen de Buda que cruzó la tierra y tu foto que se ilumina por sí misma. La mirada concentrada y dulce, quizás parecida a esa forma única con que siempre enhebraste tus melodías.
Tus canciones son generadoras de luz. Muchas, incluso, despliegan tanta espiritualidad que, como tus manos en el diapasón de la guitarra, hacen que la música crezca junto con las plantas, los niños y el deseo de los amantes.
Busco refugio en tu música y lo que encuentro es felicidad. Me repliego en el claroscuro de un templo milenario y tu voz me lleva al futuro, a la esperanza de los pájaros migrantes.
Tu despedida elegante fue la del sabio en la montaña, cantando mantras de amor, antes de iniciar el viaje definitivo. Ese que se llevó parte de nuestra vida, como ocurre cuando nos dejan los seres amados.
"El mundo está terriblemente más vacío ahora sin él", dijo sobre vos, Bob Dylan. Y seguirá siendo cierto.
Qué generosas tus canciones, George. Siempre están ahí para darnos todo. Y encierran en su belleza, el fluir constante de los afluentes del Gánges. "No habrá un futuro donde dejemos de ser", nos recordaste en tu última canción, citando el Bhagavad-Gita.
Te siento muy cerca de mi corazón, fiel amigo, mientras el sol ilumina esta ciudad de solitarios. Tu música colmada de eternidad irradia vida; ella mueve algo en el aire.
Te quiero, te extraño.
Tus canciones son generadoras de luz. Muchas, incluso, despliegan tanta espiritualidad que, como tus manos en el diapasón de la guitarra, hacen que la música crezca junto con las plantas, los niños y el deseo de los amantes.
Busco refugio en tu música y lo que encuentro es felicidad. Me repliego en el claroscuro de un templo milenario y tu voz me lleva al futuro, a la esperanza de los pájaros migrantes.
Tu despedida elegante fue la del sabio en la montaña, cantando mantras de amor, antes de iniciar el viaje definitivo. Ese que se llevó parte de nuestra vida, como ocurre cuando nos dejan los seres amados.
"El mundo está terriblemente más vacío ahora sin él", dijo sobre vos, Bob Dylan. Y seguirá siendo cierto.
Qué generosas tus canciones, George. Siempre están ahí para darnos todo. Y encierran en su belleza, el fluir constante de los afluentes del Gánges. "No habrá un futuro donde dejemos de ser", nos recordaste en tu última canción, citando el Bhagavad-Gita.
Te siento muy cerca de mi corazón, fiel amigo, mientras el sol ilumina esta ciudad de solitarios. Tu música colmada de eternidad irradia vida; ella mueve algo en el aire.
Te quiero, te extraño.
(*) George Harrison se inspiró en este texto del Tao Te King para componer The Inner Light, tema grabado por los Beatles junto a músicos de la India.
(**) Juan Carlos Diez es uno de los grandes amigos de la casa. También, es periodista, músico y, aunque probablemente se enoje por decirlo, poeta. Este año publicó Martropía. Conversaciones con Luis Alberto Spinetta, un libro fundamental, no solo para el mundo del rock y del periodismo del rock.
2 comentarios:
Amigo de la casa y amigo de muchos más, Juan Carlos es un sinfín de buenas cosas. Poeta por escribir desde el alma y con el grito que baja desde la montaña. Tremendo, por haber hecho hojas todo lo conversado con el Gran Luis y fundamental para el bien de esta humanidad que por suerte tiene un criminal menos. Fundamental su libro, fundamental que siga escribiendo y que siga sonando a canción.
Crema del Cieloº
Gracias, Crema del Cielo. Está claro que coincidimos.
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