jueves, enero 24, 2008

Brindis

Está sentada con sus padres (podrían ser sus abuelos, también) en una de las mesas de un vértice de la confitería. Toma una Sprite y revuelve el líquido con la pajita. Lo hace todo el tiempo y cuando para, es para brindar con su padre.
Es la cuarta vez que los veo chocar los vasos en apenas 10 minutos. Se miran a los ojos, y chin chin. Sonríen.
Tengo la sensación de que, cuando tu hijo padece el síndrome de Down, el amor se multiplica como un brindis en Año Nuevo.

3 comentarios:

Eugenia S. dijo...

No es una sensación. Fuerte y sensible "absurda" disquisición del autor.

:)

Anónimo dijo...

Tan solo pasaba por aquí...

MAGDA TAGTACHIAN dijo...

precioso texto.