lunes, enero 21, 2008

La servilleta entre el tostado y los dedos

Están sentados frente a mí. Digamos que a dos mesas de distancia. Entre nosotros hay una heladera llena de tortas, cuyo motor disipa un calor que parece derretir nuestras piernas.
Ellos pidieron un tostado de jamón y queso. El, una Sprite. Ella, un submarino. Los dos comen el tostado empezando por uno de los ángulos más agudos. Ambos lo sostienen con su mano derecha, pero entre los dedos y la miga de pan una servilleta filtra la grasa del queso y el jamón calientes.
Ella es flaca, no llega a los 40. Usa anteojos para ver mejor y todos los elementos de su cara parecen atraídos hacia un centro, como cuando se forma un agujero en la arena y lo de alrededor va cayendo inevitablemente. Como el desagote de un lavabo, todo se reduce a su centro, casi como un espiral.
El tiene piel blanca y parece recién afeitado. Pero por primera vez. Mientras come, mueve el pie derecho como si estuvier siguiendo el ritmo de una canción de Django Reinhardt.
Los dos comen el tostado, beben.
No hablan. No hablan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las servilletas de los bares no limpian. No limpian.