miércoles, julio 18, 2007

El miserable (parte II)

El miserable camina con la cabeza baja, mirando el piso pero no el suficiente tiempo como para no medir el movimiento de los demás; ese que puede hacerlo retroceder en la carrera.
El miserable, por cierto, corre una carrera miserable. Los que luchan no compiten. Compiten los que lloran el llanto de la lástima. El miserable acepta y no piensa, construye demoliendo, te come la última porción.
El miserable habla bajito para llamar la atención, te ronronea como un gato gris, pone el lomo para que le rasquen.
Tengo un espejo enfrente: el miserable está detrás de nosotros.
Y ataca por la espalda.

5 comentarios:

Ø dijo...

El miserable corre una carrera miserable que no gana, nunca gana. Porque no sabe lo que busca. No lo piensa: sólo quiere poder.

Pero a pesar de su pelea, ya se sabe, está perdido, muy perdido, desde antes del principio.


Buen Blog.
Y un abrazo.

Anónimo dijo...

Ooooia! Me acabo de dar cuenta de que al tipo este del que hablás yo lo conozco.

Anónimo dijo...

¡Qué lo parió (en homenaje al Negro)! ¿Qué increible que haya tantos miserables y que todos respondan a las mismas características, no?
Los miserables tienen cola de paja, te faltó escribir.
saludos.

Anónimo dijo...

Los miserables son mosquitos que viven de la sangre de los otros, de aquellos a los que envidia. Son un mal de Chagas. Pero no quememos sus chozas: estamos protegidos si sabemos cómo diferenciarlos.

La vida es una escalera. Qué lindo será en un tiempo saludarlos desde arriba.

Hay que estar atento a los radares de los miserables. De a poco, se van ahogando en su veneno.

No dejes seducirte por un miserable: su telaraña es implacable. No dejes de mirar al miserable: sólo así no te pegará a su telaraña.

Anónimo dijo...

el miserable es el que te pide un cigarro (aunque a el le queden dos en el atado).